martes, 26 de mayo de 2009

Lo bueno de saver utilizar internet bien

¿Una nueva forma de leer?

Internet ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con la cultura. Hasta ahí todos de acuerdo. Pero ocurre que ese cambio no es, o no debería ser, tan negativo como muchos lo ven. Por una parte tenemos a la industria cultural, para quien todo acceso a cualquier bien cultural sin pasar por taquilla es un delito y debiera ser castigado. Pero por otra también hay un descrédito en cuanto al acceso al conocimiento a través de la red. Se dice que internet fomenta un saber fragmentario, deslavazado, en el que se recogen datos de distintas fuentes y a menudo ni siquiera se comprueba su veracidad. Néstor García Canclini rebate ambos argumentos en un interesante artículo que publica en la Revista Alambre: La lectura en tiempos del Zapping. Parte de una queja muy frecuente entre los profesores universitarios: que los estudiantes no leen los libros completos, que utilizan las fotocopias para leer fragmentariamente. Pero después constata que los profesores no leen de manera muy diferente. Que también la suya es una lectura fragmentaria, una lectura que “salta” y que dialoga con otras lecturas. A partir de esa constatación se pregunta si no será que, de alguna manera, el acceso al conocimiento ha cambiado.

Recuperación de un libro que causó cierto revuelo cuando fue publicado. Lo cita García Canclini en su artículo. Se trata de Cómo hablar de los libros que no hemos leído, de Pierre Bayard. Del mismo solo tengo una referencia, indignada, como la de muchos amantes de la lectura. En su momento me pareció que su planteamiento era cínico y anticultural, que solo era un libro “para brillar en sociedad” y que, de alguna forma, se reía de todo lo que a mí me gustaba. No he vuelto a tener más referencia del mismo hasta este momento, hasta la cita de García Canclini. Y, a pesar de mi rechazo inicial, me reconozco en algunas de las tesis del autor. La idea central es que hay una cierta presión social en torno a los libros que uno debe haber leído, tanto si se dedica profesionalmente a la literatura (como es su caso, puesto que es profesor de la materia en la Universidad de París VIII), como si, simplemente, se considera una persona culta. Bayard reivindica que uno no debe sentirse culpable por no haber leído todos los libros que se supone debe haber leído. Habla de la lectura y la no lectura, y clasifica los libros en función del grado de conocimiento que uno tiene sobre ellos. Hay libros que no se han leído, o que no se han leído completos, pero que se pueden situar en su contexto y sobre los cuales se tiene un buen conocimiento. Tambień hay libros que uno ha olvidado, en todo o en parte. Todos forman parte, a decir de Bayard, de nuestra aproximación a la lectura, de nuestra reconstrucción personal de los libros que leímos o no leímos.

Supongo que la conclusión que se puede extraer del artículo de García Canclini y de las opiniones de Bayard (expresadas en esta entrevista) es que la lectura no es recorrer los libros que deberíamos haber leído desde el principio hasta el final, renglón por renglón, sin saltarnos una coma. Que la lectura debe ser placer, que cada uno construye su propio libro cuando lo lee y que se produce una conversación entre lector y autor, entre lectores y críticos, entre estudiantes y profesores. Y en esa conversación toma parte, y muy activamente, la accesibilidad que nos proporcina intenet. Por otra parte, también podría decirse que en nuestros días se produce una mitificación del objeto libro como único vehículo de la cultura, cuando precisamente parece que podríamos encontrarnos frente a la superación de ese concepto tan rígido. Los libros son objetos, hermosos, pero cada vez más objetos. Y los saberes que atesoran comienzan a circulan al margen de ellos. En su momento, como dice García Canclini, a través de las fotocopias; hoy, a través de internet. ¿Solo es lícito acceder al conocimiento mediante el libro? ¿Hay que desaprovechar las otras vías, las innegables ventajas que ofrece internet?

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